miércoles, 20 de enero de 2010

Villa de Leyva-Colombia - 20 de enero






























Llego cantando con Soledad Bravo, a viva voz y lágrimas en los ojos, la era está pariendo un corazón, no puede más, se muere de dolor, y hay que acudir corriendo pues se cae el porvenir. Hay que acudir. Lo grito.
Valle de Leyva es lo más pintoresco que he visto en Colombia, es un pueblo de mentira con gente de enserio. Un pueblo donde me gustaría sentarme en una mecedora a tejer en lana cruda, detrás de un ventanal con malvones, sin que se me ocurran esas inquietudes constantes, de como sigo cantando con la canción, dejar la casa y el sillón, pero, la madre vive hasta que muera el sol y hay que quemar el cielo si es preciso, por cualquier hombre del mundo. Por eso me niego a quedarme en este pueblo blanco, bajo un cielo que a fuerza de no ver nunca el mar se olvidó de llorar y en cuyas callejas de polvo y piedra por no pasar ni pasó la guerra, sólo el olvido y YO, como ustedes escucharán, larlalalá! sigo cantando y andando mientras canto y así será, hasta la victoria.
Pero volviendo, Villa de Leiva, para hacerle una visita, vale la pena. Para llegar acá hay tres peajes de 6mil pesos cada uno, desde San Gil; la ruta es montañosa pero no tan escarpada como desde Cúcuta a Pamplona y de Pamplona a San Gil, la ruta está bien, es angosta y de montaña pero en bastante buen estado, exige una velocidad máxima de 80km por hora y desde San Gil toma unas tres horas. Por suerte todavía acuño víveres venezolanos, acabo de saborear media lechosa gigante y dulce. Llegué con la idea de acampar, pero visto y considerando que no encontré el camping que aconsejan en la guía de Lonely Planet y que autita empezó a rezongar por las calles empedradas, empedradas al cien por cien, nada de adoquines, piedra sobre piedra irregular, al final me quedé en la posada Colonial que también recomiendan en la guía como barata y buena y me parece buenísima.

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