domingo, 17 de enero de 2010

Mérida-Venezuela - 17 de enero



















































Aclaro el panorama para mis queridos seguidores, compañeros del camino, camaradas de utopías y otras yerbas.
Estando en Colombia y mirando hacia el sur, uno puede dejar volar la imaginación y delirar millones de sendas o ríos para llegar hasta el extremo meridional de nuestro inmenso subcontinente. En ese delirio yo trazaba en mi deseo un puntito rojo, ínfimo, moviéndose a tráves del corazón del gigante, Brasil. Amo Brasil y esta idea la fui modelando a partir de un posible compañero, Rico, que tiene más onda reaggie que aymará. Este compañero, al final, decidió no partir conmigo, pero yo mantuve el entusiasmo apuntando a las junglas misteriosas del gigante.
Bajar por ahí implica llegar desde Venezuela a Manaos y en Manaos embarcarse con auto y todo en dos posibles direcciones, hacia Belem, este, o hacia Porto Velho, sur. Ambos recorridos toman unos 4 días y cuestan unos 500 dólares para el auto y unos 100 para el pasajero.
Como a partir del embarque en Panamá entré en crisis financiera -aunque por algunas changuitas no entré en default- además de haber entrado en una crisis de pánico, por así decirlo, de lo que puede significar la palabra "embarcar" (el auto), me puse desesperadamente a pensar. Tenía que tomar una decisión. En Caracas. En una ciudad donde me he sentido maravillosamente bien, maravillosamente integrada a un pueblo efervescente y encima de todo eso, bienvenida y acompañada. Extraño a Henry.
En esa desesperación, condenada a la libertad sartriana, tuve que elegir. Con dolor, dejar Venezuela, por un tiempo... no me voy a de acá para siempre. En Venezuela hay mucho que puedo y quiero hacer, quiero volver y que sea pronto. (Pero... también quiero volver a Nicaragua... eso es otro tema. No voy a complicarlo ahora.) Volveré a Venezuela y creo que muy pronto. Hay trabajo.
Entonces, pensaba en el embarque, le preguntaba al mapa, miraba los fondos menguantes, sorbía un mate. Bajar por Ecuador significa volver a cruzar fronteras en Colombia. No me gusta la idea. Espero que no vuelva a ser complicado. Tengo que hacerlo por ahí y la nueva perspectiva me entusiasma, ahí está Ecuador, participando también de su revolución socialista, amaneciendo con el ALBA. (Ya vieron el SUCRE?? Ya está en vigencia entre los países del ALBA, imaginensé por un momento si todos y cada uno pensara en el SUCRE como moneda de cambio o de ahorro?? Todos. Espectacular.)
Me entusiasma Ecuador y me entusiasma Bolivia y allá voy.
Hoy estoy en Mérida. Llegué por un camino tan bello, con pueblos tan pintorezcos y acogedores trasponiendo la ruta, que no sabía en cuál detenerme, seguí y seguí y estoy en la ciudad principal de la zona, Mérida. Paro en un hotel super barato y re lindo, televisión para seguir al pie de las noticias, las elecciones en Chile y ese mapa que adoro y del que no puedo asumir la idea de verlo manco, o fragmentado, menos ahora, ahora que hace falta ser un cuerpo y ese cuerpo un escudo al mismo tiempo, tengo baño privado, agua para el mate, una cama cálida, acá hace frío, es la montaña. Ayer subí y subí 2000, 3000, 4000, 5007! El pico más alto de Venezuela y ahora me irá a explorar algunos senderos por los alrededores.
Desde Caracas hasta aquí fueron 790 km. La ruta entre Caracas y hasta Valencia es la autopista de 6 carriles que ya conocía y había comentado, luego es de 4 carriles hasta Barinas y luego se convierte en una ruta de montaña, típica. Todo está en buen estado, salvo algún pozo visible y evitable cada tres o cuiatro horas.
Puse gasolina, 4 bolívares en total.
Estoy contenta de estar acá, estoy contenta de haber sido capaz de lidiar conmigo misma y con mi libertad y haber podido tomar una decisión que en este momento es la mejor. Bajar por el oeste, llegar a Argentina, compartir todos los asados, las polentas, los vinos tintos y los mates que me inviten -invitenmé muchos-. Después volver a México para despedirme definitivamente de Don Quijote y seguir peleando por estas latitudes con los molinos que nunca faltan, pero seguir, hasta la victoria.

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