miércoles, 27 de enero de 2010
Quito-Ecuador - 27 de enero - Guayasamín a prueba de lágrimas
Cuando entré a la Capilla del Hombre y al primer paso me encontré con los rostros de América, automáticamente, sentí que algo se rompía debajo de la garganta. En un lugar del pecho que puedo precisar porque ahí está, pero con inexactitud podría explicar. Si me toco es por acá, pero es adentro, ahí algo se desencajó. Me quedé muda. y lloré.
Me detuve en cada obra, volví sobre ellas, intenté transportarme al alma de Oswaldo Guayasamín, tratar de llegar a entender la magnitud de su sentimiento de dolor, de su comprensión y su comunión con el dolor de los otros, que termina siendo el de uno mismo, para ser capaz de encontrar la verdad en los contrastes y las formas acuareladas.
Es una obra sublime. Un mensaje eterno. Una misión que concluye en cada uno de los que llegamos ante sus imágenes y quedamos encadenados a la ternura y con esa ternura seguimos caminando pero no somos los mismos, algo cambió ahí adentro y ahora hay algo más por hacer.
De pie ante esas obras que hablaban mientras yo me quedaba muda, pensé en Fernando García Curten, en Jorge López, en ellos, nacidos con almas parecidas a la de Oswaldo Guayasamín, dueños de un secreto que no pueden revelar en voz alta o con palabras concretas pero que nos traen a nuestras almas a través de su trazos, de sus pinceladas, de su locura, en su desesperación tienen algo que decir, pero que no es decir con una explicación, una secuencia de palabras ordenadas en su sano juicio sintáctico, porque también está en nosotros, los que vemos desde el otro lado, la tarea de descifrar ese enigma y entenderlo cabalmente. Dispersos en diferntes lugares físicos del planeta, hay algo que nos mantiene en un mismo lugar, el mensaje, la intención, la misión, cada uno tratando de de ser fiel a sí mismo y al universo, hebras tan delgadas, delgadísimas, invisbles y presentes.
Hoy es un día conmovedor.
Anoche llovió. Llovió desde la tarde, y yo, con esa ventana enorme mirando al Panecillo sacudirse el aguacero desde la loma. Tomando mates. Leyendo. Escribiendo.
Esta mañana temprano, después de los mates y de charlar con Jaime , dueño de la posada, hice un recorrido por sitios de interés histórico, por plazas, por la Alameda con su observatorio astronómico, el Parque del Ejido, por edificios que arquitectónicamente merecen una visita, no dejo de hablar con la gente, ni de comer, todo es tan rico y accesible y la GENTE!
Y como si fuera poco, sucede que no voy a pagar el hospedaje. Cuando llegué, antes de ayer, Jaime estaba apurado y no podía atenderme. Su esposa, médica, lo llamaba para decirle que fuera a recoger a Michael, el niño, en la escuela. Jaime me atendía a mí y a los viajeros que se iban. Yo le ofrecí que si querçia yo iba a la escuela a buscar a Jaime, y él, viendo mi buena disposición o que le inspiré confianza, me dejó ese rato a cargo del hostal miesntras iba a buscar a Michael. Ahora, cuando Jaime sale, yo me quedo a cargo de la Casa Colonial y de Michael que es divino. Esto hace que me dé alojamiento y comida gratos. Igual no es cara en la calle, pero estoy acá, como en mi casa. Y qué casa!
Hoy tomé el trolebús hasta Bellavista y de ahí a caminar, en subida, hasta la Capilla del Hombre. Como broche de oro, pararme debajo de las ramas del árbol acogedor de la vida del jardín de la casa del propio Guayasamín. Cerrar los ojos. El árbol habla, me habla, y yo, que sigo muda, lloro otra vez.
Tengo más fotos. No puedo subirlas, está lento. Tienen que verlo, tienen que verlo ustedes mismos; decirlo, contarles, las fotos, no es lo mismo, es ESTAR AHÍ. IMPRESIONANTE.
El cielo plomizo. Iré a mi casa en la posada Colonial, hay dos chicos argentinos, Pilar y Marco.
Guayasamín, Guayasamín, ay, ay, ay, ser capaz de pintar, qué poder, qué chiquitita soy en esta tardecita ecuatorial.
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Usted es una persona de enorme sensibilidad, y nos llena de emoción saber que la obra de Guayasamín le han llegado tan profundo y conmovido de esa manera.
ResponderEliminarSus palabras nos alientan para seguir en nuestro trabajo de mantener y difundir la obra de Guayasamín como patrimonio de nuestra América para el mundo.
Me honra sobremanera que mi relato haya llegado a oídos de la Fundación Guayasamín. Viajo por los senderos de América Latina de norte a sur. Ecuador concluye en los elementos que lo constituyen, arte, cultura, riquezas naturales, PUEBLO... en uno de los pasajes más grandiosos de esta travesía. Estoy muy feliz de estar acá y adelante, siempre adelante en llevar al resto del mundo esta obra excelsa. "Ni un paso más atrás, nunca más."
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