Hace 48 días que viajo. No es tanto si uno mira en otros blogs de viajeros. No hay mucho apuro, sin embargo, no era mi idea original detenerme tantos días en Panamá. Con todo y a lo largo calculando el embarque y los trámites pensé que este período iba a ser más breve. Soy afortunada, feliz y agradecida porque en esta circunstancia tengo la oportunidad de estar en casa de Tea. No me gusta la ciudad de Panamá, salvo por puntos muy exclusivos como es el Casco Viejo, pintorezco, agradable. El patio de Tea, la familia, el entorno, es agradable y ayuda a sobrellevar esta etapa de trámite y desaveniencias. Ahora, la naviera que me llevaría en ro-ro, fuera de container, no quiere artículos personales en el coche. Nada. Lo quieren vacío. Mi auta femenina casa con ruedas lleva en ella todo. Desde la pava verde, hasta la cacerola, el chile, las especias de Turquía, la máquina de escribir, las novelas sin corregir, libros, poemas de Chichí, los patines de hielo míos y los de Raúl, el disfraz de arlequín, los zapatitos de flamenco, la pollera de tango, el vestido de 15, fotos de viajes y viajes, el repique, el bombo murguero, las castañuelas y más... No puedo vaciar el coche para enviarlo a Colombia y llevar esas cosas conmigo porque yo tengo un vuelo de avioneta a Tubalá desde donde tengo que tomar una lancha a Pto Obaldía frontera con Colombia y desde ahí otra lancha a Capurgana y dede ahí otra a Turbo y desde ahí un bondi a Cartagena. Hay otra naviera que acepta ro-ro con cosas, cuesta 300 dólares más. Y hay containers, cuestan como 500 dólares más. Y hay un David, gringou, que conocí en el hotel Casco Viejo que también quiere embarcar y con quien nos vamos a reunir esta tarde para ver las opciones de si él quisiera embarcar el 28 y compartir un container o llevarme mis cosas en su camioneta después. La primera opción sería ideal pero es la menos probable porque por aguna razón él quiere quedarse más tiempo en Panamá, hasta mitad de enero. La segunda, aunque él dice que le haría feliz poder ayudarme, para mí es un riesgo. Qué pasa si nos desencontramos o cualquier cosa en el medio, o si él no llega hasta dentro de 5 meses a Cartagena, qué hago yo en Cartagena o donde sea sin todos esos bártulos que significan todo lo que tengo.
Disyuntiva. No sé qué hacer. Pienso luego existo.
jueves, 17 de diciembre de 2009
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Hola,Silvina, un placer leerte y enviarte este impulso arrasador y caótico, pero sincero.Desde este San Pedro matinal y con mosquitos, me acerco a vos por un abrazo para acompañarte en este viaje... Mi mejor deseo de navidad y que el año nuevo te sorprenda feliz adonde sea...
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