Encuentro un pueblecito con un sitio de internet. Desde ayer estuve internada en diferentes comunidades kuna, embera, wounnan. En la entrada del Darién se nota la desforestación. La ruta está buena hasta Metetí, con algunos baches y algunos tramos de pavimento obsoleto pero terreno liso. A partir de Tortí hay retenes militares, policía y m,igraciones, me saludan y me dejan pasar sonrientes. En una parte, para visitar las comunidades de Ipetì tuve que regresarme porque había charcos sospechosos. Atravesé dos, pisando primero para verificar consistencia pero ya después no me animé y pegué la vuelta. Toda la gente que encontré en el camino fue amable, simpática. Dormí en un hotel sencillo pero colorido con gente también amable. El hotel, barato, fue de 5 dólares, estaba limpio y tenía un corredor donde nos sentamos a tomar el fresco de la tarde y a charlar con Yésmin. Todos estos pueblitos que interrumpen la carretera sinuosa e impreviseble hacia el Darién están a la vera de la ruta, no se internan más que algunos metros en los barrancos cultivados de tecas, plátanos, guineo y la vegetación natural salvaje. Sin embargo, hasta aquí, hasta la puerta de entrada del Darién, no parece ser temible, ni impresionante, ni siquiera impenetrable. Los lugareños dicen que sí se puede pasar, que hay senderos y lugares seguros. Conclusión, si se divulga y se generaliza internacionalmente que el Darién es imposible para todo, caminar o construir un camino, es porque hay gato encerrado. Seguramente abrir una carretera o que la gente se habitúe a caminar por ahí perjudicaría el bolsillo y la seguridad de negociados multimillonarios, alguno másilícito que el otro.
Voy rumbo a la ciudad de Panamá. Llamé a Tea y me da bienvenida para que me quede en su casa, dice que por los días que quiera y "sí, qué lindo!". Comeré algo y allá voy, a perderme en las autopistas capitalinas hasta que encuentre la cancha de césped sintético Punto Penal, a la vuelta es la casa.
En la selva hace mucho calor, un calor que aplasta y moja, moja todo el cuerpo y la ropa, el aire es sagrado, una bendición. Esta selva encierra misterios, sí, por su naturaleza y por su población cosmopolita y colorida. Entre las chozas de palma se pintan los colores estridentes de casas de material, entre los pañuelos rojos y los brazaletes de mostacillas de las mujeres kuna se destaca una mujer emberà con un típico collar de monedas plateadas y entre ellas se acerca el brillo de la sonrisa de Ovitilio de largo apellido irrepetible y que ofrece toda su generosida, ayuda y tranquilidad...
Hola Mima: que lindo rio que encontraste. No es el Paraná pero tampoco el debilucho rio de Guanajuato. ¿que hiciste con el agua del Paraná?
ResponderEliminarBeso