El nombre podría resultar casual. Nombre de Dios es un pueblo maravilloso. Acabo de llegar de ahí. Nombre de Dios podría parecerse al paraíso. Acampamos con David en una finca a pocos metros del mar. La finca es de Guido Dionisus, dueño del hostel Wunderbar (fabuloso) de Puerto Lindo donde estuvimos hace algunos días. Noche en la finca, a la luz plena de "sincuenta" estrellas, días de caminata en orillas vírgenes como restan pocas en el planeta y en compañía de un hombre que se rescató de la gringuitud para no salvarse, Benedeti dixit.
Tengo fotos que en unos días compartiré con los que se acercan al blog. A estas horas quiero hacer llegar mi abrazo a todos aquellos rincones donde pudiera estar presente de alguna manera y a pesar de la distancia que me separa tridimensionalmente en este viaje, sin dudas estamos juntos, en la misma frecuencia de esa supercuerda, en la misma música.
jueves, 24 de diciembre de 2009
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