sábado, 7 de noviembre de 2009

Desde Cobán al Biotopo del Quetzal y desde el Biotopo derechito a Río Dulce. 7 de noviembre













































Salí de Cobán por GuateBonita y con la idea de acampar en el Biotopo del Quetzal, zona de reserva ecológica que se conoce como región del bosque nuboso. Es una zona preciosa, verde, serrana, húmeda y con vegetación abundante y exótica, cascadas y mantiales por doquier.
Llegué rápido, en menos de dos horas desde Cobán ya estaba en la reserva. Dejé el coche en el estacionamiento y empecé a caminar por los senderos. Lloviznaba, pero esta vez mi deseo no era engañoso, el cielo se estaba poniendo clarito.
Pensé en quedarme ahí. Estaba bueno. Junto a cada espacio de acampe una mesita con sus bancas de madera, una parrilla y una palapa. Sin embargo, qué sé yo, no me quedé. Pensé en llegar un poco más adelante a otro lugar recomendado también en Lonely Planet, cerca de Salamá, un centro turístico con alberca y palapas y allá fui.
Llegué al centro turístico llamado Las Orquídeas y no me gutó, era una especie de parque de diversiones con toboganes de agua y albercas y un restaurante, nada de playa, parque, o espacio acogedor para acampar.
En ninguno de estos dos lugares había nadie, salvo los boy scouts en el primero y unos chicos jugando en las albercas en el segundo.
Qué hacer? Me pregunté y le pregunté al mapa. Sorbí un mate. El ruidito parece que responde. Adelante. A seguir la ruta. A Río Dulce. Pegué la vuelta de Salamá. Deshice unos kilómetros, no eran muchos, iba mirando si había algún lugar más copado por ahí. Llegué al entronque y encaré la ruta que decía Puerto Barrios.
El paisaje cambió, se fue achaparrando junto con la vegetación que durante un tramo se volvió agreste y espinosa para reverdecer de nuevo una hora y media después de camino.
En totalfueron unos 380km.No puse gasolina. El tanque seguíalleno.La gasolina de GuateBonita es GuateBuena, rinde más que la mexicana.
La carretera conduce derechito al Puerto Barrios donde el Lago Izabal y el río Dulce se encuentran con el Océano Atlántico, en Guatemala, y lindando con Belice, la cola de camiones era interminable. La ruta no es doble así que debía ir despacio y con mucho cuidado al intentar rebasar la hilera de containers.
Llegué a Río Dulce cuando ya había oscurecido, con la ventanilla abierta -trato de no usar el aire acondicionado para no forzar el motorcito de la colorada- calor y sin lluvia. Crucé el puente de lado a lado del río Dulce y empecé a prestar atención a los carteles para llegar al camping Hacienda Tijax que recomendaba Lonely Planet. Según decía estaba a 1 km alejándose de la carretera. Y allá me adentré, en la espesura selvática alimentada sin reticencias por del cauce generoso del río. No se veía ni lo que se hablaba en una especie de sendero campestre rodeado de jungla... y de río.
Al final llegué al parking de la hacienda, pero de la hacienda y del camping ni mu. No se veía nada. En la entrada, un hombrecito me había dicho que ahí debía dejar el carro y subir caminando unos tres minutos por unos puentes.
Encontré el puente, colgante y tembloroso, pero no me animé a seguir, así que pegué la vuelta y decidí buscar un hospedaje más al centro.
Llegué a la entrada de la hacienda, donde estaba el hombrecito otra vez, quien se ofreció a guiarme en bicicleta. Fuimos hasta otra casa, llamada La Finca y desde ahí, alguien, "el patrón" -dijo el hombrecito de la bicicleta- llamó por radio al guardia del camping para que me fuera a esperar a la entrada de los puentes, pasarelas, colgantes y temblorosos.
El lugar resultó ser precioso. No hay camping ya, son cabañitas conectadas por mulles y senderos, en medio de la jungla y sobre las aguas libres de las orillas del río Dulce.
Cuando llegué, la muchacha de la oficina-recepción me dijo que eran 160 quetzales, lo que excede sobremanera mi reducido presupuesto que debo cuidar a rajatabla si es que no quiero ponerme a tirar las cartas en la plaza del pueblo a voluntad y por lo que guste coolaborar. Todavía lo voy haciendo con elahorrito, así que le dije a la muchacha que no, que era muy caro y que buscaría algo en el centro del pueblo. Enseguida me bajó a 60! Eso ya era otra cosa, claro que debo compartir la habitación con una pareja de murciélagos -verán uno en una foto de la pared del cuarto- y el baño con un francés o candiese guapo pero babososo. El baño está lindo, está limpio y amplio y la cama está rodeada de un mosquitero pesado, grueso y consitente con lo que los murciélagos verán burladas sus intenciones de violar mi intimidad y convertirme en vampiresa.
El resto del lugar es un paraíso. El pueblo o centro tiene aires amazónicos, iquiteños, pero con un aire un poco más fresco. Es desorganizado, ruidoso y colorido. Me acabo de comer una ensalada de frutas con sal y algo parecido a polvo de cacahuates. Extraño pero rico. Y ahora de camino a la hacienda compraré algo más de alimento ya que por este lado es más barato.
Vuelvo a la paz de la hacienda. A tomar unos mates con el río. Amo el agua inquieta. Ayer, mientras venía en la ruta trataba de calibrar mi alegría, para no pecar de un exceso, y desée compartirla con alguien más, tener a alguien al lado para poder mostrarle o ver juntos. Quiero ver y quiero dar a ver, quiero aprender de la gente, reflexionar sobre sus modos de vida, sobre sus quehaceres, sus sabores, y sus necesidades. Y quisiera que otros con los mismos intereses pudieran estar conmigo o hacerlo por su lado, pero no dejar de hacerlo.
Quizás mañana me encuentre en una nueva frontera, por el Corinto y rumbo a Honduras. Otra vez Honduras, a ver cómo va la cosa por allá.
Abrazossssssssss y hasta la victoria!

1 comentario:

  1. HOLA MARIA, TE SALUDO
    ACA DESDE CANCUN, SIGUIENDO TUS PASOS Y EN ESPERA DE LA ENTRADA DEL HURACAN IDA,UNA PREGUNTA... HASTA DONDE VAS A IR?
    SAUL

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