lunes, 30 de noviembre de 2009

Boquete-Panamá - 30 de noviembre





























(Novedad importante: Irene de Italian Motors de León ya me envió los documentos que extravié escaneados.)
Las palabras no alcanzan. Cómo manifestar a través de un vocablo la infinidad de diferentes verdes que superpueblan el cinturón andino, los valles y las costas de toda la América tropical.
Hace rato GuateBonita era verde, pero el verde de Guate no es como el de Honduras, Nicaragua, como el de Costa Rica o el de Panamá, aunque a veces se efuminan, se parecen, y después se tornasolan y uno deviene en otro.
En las pinturerías tienen nombres para unos cuantos verdes, quizás sea cosa de conseguir un catálogo, o mejor aún, para resumir a cada uno de la mayor cantidad de ellos en una palabra utilizar el recurso del ingenio, como Martín y su gama de "violelilatafu".
La naturaleza nos desborda, es superior a nuestra habilidad de verbalizar. Puedo decir que Boquete está entre las montañas y las flores y que las hojas son de color verde, verde brillante. Entonces me pregunto cómo lo interpreta el que lee esto, cómo interpretaría yo que alguien me dijera "verde brillante". Cierro los ojos, veo verde brillante y me doy cuenta que no es cierto. No es eso. Es mentira. Es otro verde, mezclado de amarillo, rebajado con blanco pero blanco hecho de luz y no blanco mate, trae un poco de celeste, unas líneas de azul... es... es... indescriptible.
Esta mañana despedimos David, nos despedimos con Matra, por un rato, algo me dice que pronto nos volveremos a ver, no es casual que ayer nos encontramos en un cruce de caminos y yo haya caído en el mismo hotel en el que él estaba, menos casual que su padre, enigmático, haya sido pintor y su mujer escritora y la llamen gitana. Hay cierta conexión, la red de luz, la antimateria, la sinfonía de cuerdas que conforman el entretejido eMe donde nos movemos.
Las rutas de Panamá están en buen estado, sin carteles. Si quiere andar a la deriva, venga a Panamá y adivine o use el famoso GPS que yo no tengo. Está bueno, encarás un camino y no sabés adónde te lleva, siempre se descubre algo, como un jardín enorme, la finca de Marta, un cartel de bienvenidos y "mi jardín es tu jardín".
Ayer contaba de los niños que se presentaron hablando en otro idioma. Son de la comunidad ngöbe buglé. Los tres chicos, Carlos, Alberto y Nicolás, me preguntaban moqui me dende? Tiqui México, tenía que responderles yo. Me enseñaron una lista de frases, tan simpáticos y tranquilos. Acá en boquete hay varias personas de ese grupo originario. También hay noticias. Vengo de un restaurante de comerme un platazo de arroz frito con puerco por 2 dólares. En el restaurante, muy local, había Tv. Había una movilización por el mercado público de David que quieren cerrar, otra marcha y plantón en la ruta de Panamá por un problema con las empresas que están costruyendo un cruce, otra de la comunidad Ngöbe porque necesitan más escuelas. Me gusta cuando la gente se entera y está ahí participando. Hablaron también de las elecciones -ilegítimas- de Honduras que parece ser el gobierno de Panamá junto con Costa Rica, USA y Colombia reconocerán. El hecho de hablar de lo social, me trae a colación, que Matra, el hombre este de Sevilla, se lleva la misma impresión del pueblo de Costa Rica, una sociedad superficial, sin trasfondo ni intimidad que la identifique, como ellos dicen "pura vida" y eso es todo. Alpedismo. Siento que en Panamá hay algo que se mueve, es un pueblo auténtico y a mí eso es lo que me atrae, lo que me llama, que haya un proceso, que esté pasando algo entre la gente y con la gente misma. Eso es lo que se me hace interesante. Sin desmerecer a las riquezas naturales ni de este ni de ningún otro sitio, que siempre nos sorprenden con su paleta explosiva de verdes y contrastes, aguas inquietas y cielos violelilatafu y una anónima extensión de azules y celestes, del índigo al gris, del gris al rosa, del rosa al blanco.
En esta zona hay varios senderos para recorrer a pie, entres bosques escarpados y a la orilla del río Caldera que bordea la ciudad. La ciudad es breve, es encantadora, justamente por lo anterior, por su autenticidad, no por la decoración pintorezca híbrida de orden municipal, sino por todo lo contrario, porque tiene una personalidad propia que le otorga la gente que vive detrás de cada una de sus puertas. Ahora llovizna. Es región alta y de brumas, pero es de distinto verde que las laderas cafeteras de Jinotega en Nicaragua, aunque también hay café, debe ser y saber diferente. Yo sigo a mate. Estoy en un hostal sencillo y colorido. Hay otros extranjeros, podemos usar la cocina, hay un corredor y un patio con hamacas y sillones donde Michael, guía de rafting, toca la guitarra. Los hotelitos en Panamá, hasta ahora, cuestan entre 7 y 8 dólares. Va bien.

domingo, 29 de noviembre de 2009

David-Panamá - 29 de noviembre















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Feliz en Panamá. Ni la ruta de Cahuita a la frontera era tan jodida, ni hubo ningún contratiempo de parte de las autoridades migratorias o de aduana. El poli que revisó medio por arriba el auto, vestido de fagina y con su sombrerito de Piluso verde oliva era tan simpático que hasta me pareció lindo. Además como estuvo destinado en la zona fronteriza me dio una charla en detalle acerca de los peligros del Darién y me dijo que aunque nadie dé un duro por mí, los paramilitares colombianos están infiltrados en toda la región y me secuestrarían, según él, sin margen de error. Dice que para las fuerzas panameñas se ha vuelto sumamente difícil erradicarlos, y que son estos seudos militares, adheridos como chuncaco a los narcos, los que controlan la zona, más que las FARC. Palabras de un milico que estuvo destinado varios años en la conflictiva región del Darién, que para mí, envuelve una de las selvas más misteriosas del planeta, por demás de tentadora...
Anoche dormí entrecortado. El chino que cuidaba las cabañas donde estaba, se encargó de advertirme tanto que no saliera de noche, que le diera doble vuelta a la llave y encima leo en la Lonely que hay que revisar que el cuarto sea seguro... Revisé, todo tenía reja amurada así que me acomodé medio lejos de la ventana, no fuera cosa que mano de desconocido intentara despeinarme y hasta soñé.
Sali temprano rumbo a Bribri y después a Sixaola para cruzar el puente que tiembla.
Antes le saqué una foto a los últimos milicos costarricenses que me esperaban para pararme y cundo paré sin que ellos me lo señalaran, el poli me preguntó, "cómo anda mi amor" y no me pidió nada. Yo ya tenía todo desparramado en la falda y el bombo murguero que hace los fines de mesita. Ahí me di cuenta que perdí un papel. Tiene que haber sido en Costa Rica, con tanto revoleo, es la factura del auto. Nunca me la pidieron, pero voy a necesitarla para embarcar el coche en Panamá, asi que contactaré a la gente de Italian Motors de León para ver si me pueden escanear una copia duplicado o comprobante que certifique que la burbuja es mía y está pagada. Sobre todo esto último porque lo que es más importante, tarjeta de circulación lo tengo y eso es lo que siempre, hasta ahora, me han pedido, además de pasaporte y licencia de conducir que uso la expedida por la dirección de tránsito del estado de Guanajuato.
Después de cruzar la frontera, bienvenidos a Panamá, la ruta está bien pero en todo el camino de hoy, unos 300 km... calculo... en Panamá, no vi ni un solo cartel. Mapa sobre el bombo murguero, múltiples usos, intuición, dirección del viento, posición del sol y dos o tres perdidas. "Usted sabe dónde..." Joya! La gente sabe dónde está parada y hacia dónde ir. Así que a partir de ahí, sin bajarme del coche preguntaba "esta, aquella o la otra es la carretera a Chiriquí??"
Llegando... llegaste... a Chiriquí Grande me encontré a Marisa y Gery, los ciclos viajeros, ahí nomás compartimos un matecito, a la vera de la loma montañosa, carretera de cuestas y a la izquierda el mar Caribe. Quedamos de encontranos en el cruce de Chiriquí Grande donde sale la ruta a David, donde estoy ahora, ruta ésta que empalma con la Panamericana. Mientras esperaba a los ciclistas conocí a tres chicos que se me acercaron hablando en otro idioma, nebo... de una. Me preguntaron "mocoñó"? María, les dije antes de preguntar qué significaba, tico María. Me llamo María.
Después del encuentro en el cruce de Chiriquí la ruta a David, "esta es la ruta a David??"
Paré en una finca "La suiza" que mencionaba Lonely Planet, pero no permitían acampar y las habitaciones eran muy caras.
El tema del dinero en Panamá es el Balboa, 1 Balboa es igual a 1 dólar y manejan los dos todo mezclado. La gasolina súper cuesta 3.21 balboas o dólares el galón que es alrededor de 4 litros y por ahora el rinde es normal, ni muy muy, ni tan tan.
La gente local por lo que he conocido desde el cruce de frontera es amable y muy linda. Todos petisitos. La gente de aduana hasta me hizo pasar a la oficina con aire acondicionado y olor a azahares y tomar asiento, simpáticos y ni un problema, chochos de charlar con la viajera argentina y contarme de su tierra que por lo visto conocen bastante.
Ahora estoy en el hotel Purple House, escribiendo en la laptop de Matra, un chico español con el que había estado conversando en la gasolinera de Chiriquí Grande y del que no sabía ni su nombre ni adónde se dirigía y acá lo encuentro que me abre la puerta del mismo hotel Purple House donde yo vine a parar. El pibe éste quiere hacer el viaje por las Américas también, es de Sevilla, monitor de deportes, nadador y buzo y de eso y otras movidas seguimos charlando mientras yo escribo y él come sus spaguettis a la bolognesa.
Desde Panamá, abrazos!